Han pasado ya casi dos
semanas de la jornada electoral en la
que millones de mexicanos participamos para elegir a quien habrá de gobernar
nuestro país los próximos seis años. De acuerdo al recuento realizado, a partir
de la solicitud hecha por Andrés Manuel López Obrador y por diversos
movimientos ciudadanos, Peña Nieto resultó vencedor con el 38.21% de los votos,
mientras que AMLO obtuvo 31.56%. Pregunto: ¿Es democrático el resultado?
La respuesta anterior
puede tener un sí o un no. Si la democracia se entiende exclusivamente como un
sistema por medio del cual los
ciudadanos ejercen el voto para elegir a un gobernante entonces el resultado SÍ
es democrático porque la mayoría de los ciudadanos votó por Enrique Peña Nieto
(la mayoría respecto a AMLO, Josefina Vázquez Mota y Gabriel Quadri). Por el
otro lado, si la democracia se entiende como un sistema en el cual los
ciudadanos además de votar participan continuamente en el devenir político de
su país, fomentando una actitud crítica ante la autoridad, la cuestionan y le
exigen, entonces el resultado NO es democrático.
En este sentido, el IFE
agradece a los ciudadanos su
participación y señala que estas han
sido las elecciones más limpias e imparciales que se han organizado. Leonardo
Valdés Zurita, Presidente de esta
Institución, cataloga a este proceso electoral como el más equitativo y
democrático de la historia. Pero afuera, en las calles, hay millones de
mexicanos, en particular jóvenes, inconformes no sólo por el resultado de las
elecciones, sino por la manera en la que se llevó a cabo todo el proceso
electoral.
En mi humilde opinión
si las elecciones realmente hubiesen sido limpias, transparentes e imparciales
no habría en la red una serie de evidencias que claramente revelan el caos y la
incertidumbre en la que se llevó a cabo este proceso electoral; se habrían
tenido medios imparciales que le permitiera al ciudadano tener un criterio dado
a partir de la pluralidad, y no de la manipulación informativa, ni de la encuestitis, además que los recursos gubernamentales no se destinarían
para favorecer a partidos políticos o candidatos. Si me
pidieran que describiera, en una palabra, las elecciones presidenciales, mi respuesta
sería ILEGALIDAD.
Y la ilegalidad no va
de la mano con la democracia. Al contrario, la ilegalidad es un obstáculo para
la democracia. Por lo tanto, si no hay legalidad pues tampoco hay democracia.
En México, el IFE es el organismo encargado de organizar los comicios
electorales. Para este, la legalidad “implica que en todo momento y bajo
cualquier circunstancia, en el ejercicio de las atribuciones y el desempeño de
las funciones que tiene encomendadas el Instituto Federal Electoral, se debe
observar, escrupulosamente, el mandato constitucional que las delimita y las
disposiciones legales que las reglamentan”
Pregunto: ¿Pasarse el tope de campaña, independientemente del partido político
que lo haga, es legal?; ¿Que las dependencias gubernamentales operen para
favorecer a ciertos partidos políticos o candidatos, es legal? ¿Nuestra
Constitución lo avala? La respuesta es evidente, y es NO. Por lo que reitero,
estas elecciones NO fueron democráticas.
Así que, por un lado, el IFE avala estas elecciones pero por el otro hay
evidencias de delitos electorales. ¿Entonces, el IFE avala los delitos
electorales o es una realidad que no quiere reconocer? ¿Cómo se resuelve la
incógnita? (Que siendo sinceros, no hay mucho que pensarle). Indudablemente el
recuento de votos ayudó a darle transparencia al proceso, reforzando incluso
los resultados que previamente había arrojado el PREP. No obstante, la
experiencia de esta elección dejó en claro que no basta con solicitar un
recuento para darle legalidad a un proceso electoral. Es necesario hacer una revisión profunda a la legislación,
quedan temas pendientes por regular como el manejo de los medios de comunicación,
las empresas encuestadoras y pensar en anular la participación de algún partido
político o candidato cuando se incurra en un delito electoral.
Es claro que, mientras el IFE no actúe en el marco de la legalidad y no
haga valer la legislación correspondiente difícilmente podremos ser testigos de
comicios democráticos, imparciales y transparentes. Hablar de democracia es
fácil, presumir que la hay lo es aún más pero cuando la ilegalidad rebasa el
discurso, evidentemente alguien no está haciendo su trabajo. La pregunta es:
¿Quién o quiénes?